viernes, 30 de enero de 2009

La Música Y La Mente

El Fenómeno Auditivo Y El Porqué De Las Pasiones:

¿Por qué ejerce la música un efecto tan poderoso en nuestro cuerpo y nuestra mente? Es la más misteriosa e intangible de todas las formas de expresión artística. Aun así, Anthony Storr cree que, en la actualidad, la música constituye una experiencia muy significativa para un mayor número de personas que en cualquier otro momento de la historia. En este libro, que cuestiona innumerables tópicos, Storr intenta averiguar el porqué de dicho fenómeno. Mediante la exposición de una gran variedad de opiniones, Storr sostiene que las pautas musicales expresan la experiencia interior, aportando no sólo estructura sino coherencia a nuestros sentimientos y emociones. Son muchas las personas que consideran la música como un elemento que contribuye a mejorar su vida, porque permite recuperar el sentido de realización personal en una cultura que nos exige disociar el pensamiento racional de los sentimientos.

La música es un fenómeno complejo, difícil de definir desde una perspectiva neurobiológica. Desde el punto de vista perceptivo se producen en ella variaciones combinadas de prácticamente todos los parámetros acústicos, dándose al tiempo lo simultáneo y lo sucesivo, acordes dentro de conjuntos de acordes y de conjuntos de timbres insertos en marcos armónicos cambiantes y dinámicos. Desde el punto de vista ejecutivo, la música requiere el desarrollo y la integración de programas motores complejos y elevados niveles de competencia en tareas visuoespaciales, secuenciales y propioceptivas en relación con tareas motrices concretas. Finalmente, existe una cualidad musical especialmente relevante para determinados sectores de músicos profesionales, como los directores o los compositores. Se trata de la memoria tonal, o memoria para configuraciones secuenciales de tonos, y de la imaginería auditiva o audiación, entendida como la representación auditiva musical en ausencia de sonido físico.
Darwin expresó su total incomprensión acerca de la función biológica de la música en el ser humano. Sin embargo, se trata de un fenómeno ciertamente transcultural, al igual que la existencia del lenguaje o de las emociones, y cuya magnitud conduce inexorablemente a la conclusión de que en nuestro cerebro existe un impulso básico que nos anima a escuchar o a producir música y, por tanto, ha de existir un sustrato neurobiológico que sustente tal función y que justifique la habilidad musical implícita del cerebro humano. Efectivamente, para ser algo carente de significación concreta, el esfuerzo empleado en crear o reproducir música es realmente ingente. Sin hablar de la inversión económica que supone y de las incontables obras que existen, transcritas o no. La habilidad musical, sin embargo, y al contrario que la ligüística, no es universal, sino que es desarrollada únicamente por algunas personas. Aún permanecen sin esclarecer las causas genéticas o ambientales que determinan la existencia o el desarrollo de tal habilidad, pero es evidente que la interpretación y la composición musical entrañan un número considerable de habilidades perceptivas sensoriovisuales, sensorioauditivas y sensoriomotoras.

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